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El país del K-Pop y la internet mas rápida del mundo es un infierno para los trabajadores explotados que hacen posible el "milagro coreano"
Han pasado meses desde el inicio de las manifestaciones obreras contra la precarización laboral en Corea del Sur, y los trabajadores explotados culminaron por concentrar sus fuerzas en una huelga general, pero la respuesta del gobierno es siempre la misma: arrestar sindicalistas bajo el pretexto de que violan el "distanciamiento social".
La agencia gubernamental surcoreana Yonhap informaba el 18 de octubre que el dirigente sindical Kim Boo-Kyum de la KCTU convocaba a una huelga general que sería duramente sofocada por las autoridades bajo órdenes del presidente Moon Jae-In, alegando que la movilización de masas constituye una violación a las normas de distanciamiento social y serían un foco infeccioso para la propagación del virus. La huelga eventualmente estalló el 20 de octubre.
Los medios hegemónicos de todo el mundo levantaron esta línea editorial, lo cual no sorprende para nada, pero lo que sí es notorio es la postura de la prensa trotskista argentina que se muestra como defensora de los trabajadores pero se contradice a sí misma al defender también el "distanciamiento social" y demás medidas de control poblacional disfrazadas de medidas sanitarias. En un artículo publicado por "La Izquierda Diario" podemos ver que los trotskistas occidentales reivindican el derecho a la huelga de los trabajadores, pero minimizan el hecho de que el gobierno capitalista surcoreano usa la pandemia del coronavirus como excusa para justificar la represión policial y el toque de queda bajo el alegato de que la masiva concentración obrera está "violando el distanciamiento social".
Por si eso fuera poco, los trotskistas de La Izquierda Diario omiten totalmente el hecho de que los derechos laborales que piden a gritos los trabajadores surcoreanos ya están vigentes desde hace décadas en Corea del Norte donde el gobierno socialista del PTC garantiza todos los derechos de los trabajadores norcoreanos.
Por lo visto, una vez más, la izquierda trotskista demuestra que no está realmente del lado de los trabajadores (ni del internacionalismo proletario que tanto caracteriza al socialismo comunista) sino del lado del capitalismo imperialista cuyos medios de desinformación privados se encargan de omitir toda mención acerca de las conquistas obreras que se lograron en Corea del Norte desde el triunfo de la revolución socialista, mientras muestran como "máximo símbolo de lucha obrera" al detalle de color de que los manifestantes surcoreanos visten cosplay de la serie del momento en Netflix ("El Juego del Calamar").
El silencio cómplice de la izquierda ante el hecho de que Corea es un país dividido donde el norte socialista garantiza todos los derechos laborales que se están violando en el sur capitalista se corresponde con la militancia del trotskismo en torno a la propaganda maccarthysta de la CIA, que como hemos visto coincide plenamente con la misma política anticomunista defendida tanto por gobiernos keynesianos como por la oposición de derecha.
El trotskismo defiende las mismas políticas de restricciones de la infectadura covidiana que los gobiernos capitalistas usan como excusa para prohibir manifestaciones obreras
A diferencia de la izquierda argentina que está cooptada por un trotskismo malthusiano financiado por Soros y apologético del mismo "distanciamiento social" usado por el régimen surcoreano para justificar la represión contra la huelga, por el contrario en Corea sí existe un socialismo auténtico que aún preserva el comunismo marxista en todo su esplendor, pero en el norte de la península (las leyes surcoreanas que datan desde la dictadura prohíben el marxismo), y por eso la Asociación de Amistad con Corea (KFA), vocera de Corea del Norte en occidente, se solidariza con los trabajadores surcoreanos sin encubrir las patrañas pandémicas del gobierno de Corea del Sur, y denunciando claramente que el régimen capitalista del sur de Corea viene prohibiendo las manifestaciones de trabajadores utilizando el "distanciamiento social" como excusa antiobrera para justificar el toque de queda y la represión policial.
Un poco de historia
Para quienes no conocen la política de este país oriental, el Norte y el Sur de Corea se dividieron por la decisión unilateral de Estados Unidos que partió la península de Corea por la mitad en el Paralelo 38, organizando elecciones por separado en territorio surcoreano en mayo de 1948 para impedir que el gobierno provisional comunista del Norte obtuviera la legitimidad en la totalidad de la península coreana, y desde entonces Corea continúa dividida, habiendo EE.UU. ocupado militarmente el sur para defender sus intereses y blindar a su gobierno títere, provocando así la Guerra de Corea (1950-1953) que técnicamente aún no ha terminado porque el cese de hostilidades se produjo firmando un armisticio, y no un tratado de paz definitivo entre Corea del Norte y Estados Unidos (Corea del Sur no puede firmarlo porque técnicamente es EE.UU. el beligerante que inició tanto la división como el conflicto).
Desde entonces Corea es un país dividido en dos: el norte socialista y el sur capitalista. Hasta la década del 70 la "Corea rica" era la del norte dado su alto desarrollo industrial y su comercio exterior con todos los países del campo socialista, sumados los del Panarabismo y el Panafricanismo (prácticamente la mitad del mundo), pero la balanza se inclinó a favor del sur cuando desde la década del 80 Estados Unidos decidió otorgar préstamos a baja tasa de interés a Corea del Sur (junto con Japón y entidades financieras supranacionales) a fin de sacar de la miseria y el subdesarrollo a Corea del Sur para convertirlo en una potencia económica con el objetivo de que la población surcoreana empobrecida no viera al socialismo norcoreano como la vía a seguir para emanciparse de la dependencia estadounidense y alcanzar la reunificación de Corea. El proceso de industrialización capitalista surcoreano al que la "historia oficial" denomina "El milagro coreano" nunca hubiera sido posible sin la durísima represión militar de dictadores como Park Chung-Hee y Chun Doo-Hwan (éste último responsable de la Masacre de Gwangju en 1980), que impusieron a sangre y fuego las leyes de represión política como la "Ley Anticomunista" (aún vigente en la actualidad, renombrada como "Ley de Seguridad Nacional" para que suene mas "democrática"), gracias a las cuales se forjaron los Chaebol (conglomerados capitalistas de la élite burguesa surcoreana) que hasta el día de hoy pueden explotar a su antojo a la mayoría de los trabajadores vulnerando todos los derechos laborales (jornadas superiores a 8 horas, prohibición del derecho a organización sindical, y salarios de hambre que no llegan a fin de mes y empujan al surcoreano promedio a contraer deudas con el sistema de especulación financiera propiedad de los mismos Chaebol).
Por su parte, tras la caída de la URSS en 1991 y luego de una serie de catástrofes naturales, Corea del Norte quedó aislada al perder a sus antiguos socios comerciales al mismo tiempo que ve perder sus cosechas (escasas al ser un país ya de por sí pequeño y con apenas un 14% de terreno fértil), lo que inició un proceso de desaceleración económica que acabó en crisis alimentaria gracias a las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y sus países satélites (prácticamente todo el mundo), incluidos Corea del Sur, Japón, y los nuevos países capitalistas de la flamante CEI que en el ámbito de la ONU votaron a favor de imponerle a Corea del Norte el bloqueo económico más brutal del mundo, provocando una hambruna de la que Corea del Norte pudo salir a principios de la década de los 2000, pero al no abandonar su política socialista, dicho bloqueo continúa (y suelen sumarse más sanciones cuando Corea del Norte realiza pruebas de defensa nacional o envía misiones satelitales al espacio).
La era del "Gangnam Style"
Desde entonces el panorama en la península coreana es básicamente el de: una Corea del Sur consagrada como "potencia económica mundial" a costa de vulnerar los derechos de los trabajadores y reprimir brutalmente toda disidencia política antisistema (incluso prohibiendo partidos políticos acusándolos de "comunistas" aunque no lo sean), mientras que Corea del Norte perdió la bonanza económica de la época soviética pero mantiene los más altos estándares de calidad en materia de derechos laborales, con jornadas laborales de 8 horas, pleno empleo, viviendas entregadas gratuitamente por el Estado, vacaciones pagas, y un sistema de salud envidiable.
Ante este panorama es evidente que el trotskismo, occidental y malthusiano, necesita ocultar las victorias y conquistas obreras que el socialismo norcoreano tiene para ofrecerles a los trabajadores del sur (y del resto del mundo), así como también necesita ocultar que las medidas draconianas disfrazadas de "medidas sanitarias" que el gobierno surcoreano impone son las mismas que el trotskismo defiende en occidente a la par de gobiernos tan capitalistas y anticomunistas como el surcoreano, y que dejarían al descubierto el hecho de que la agenda del Covid es un compendio de medidas dictatoriales con objetivos de control poblacional a fin de evitar que las masas proletarias de trabajadores y ciudadanos se rebelen contra sus amos los capitalistas (los Chaebol en el caso surcoreano, los Soros que financian al FIT en el caso occidental), y es que ese mismo capitalismo es el sistema que impone las restricciones sanitarias y vacunas experimentales que el trotskismo tanto defiende.
La izquierda occidental comunica sobre la huelga de trabajadores surcoreanos pero no comunica nada sobre los derechos conquistados por los trabajadores norcoreanos