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El suicidio ha crecido en el planeta, especialmente desde el siglo pasado, a pesar de que los estudios sobre el tema son escasos, los tratamientos se han reducido a la administración de fármacos y las políticas sociales brillan por su ausencia
Es cierto que el suicidio ha sido un tema tratado desde los filósofos griegos por otros muchos autores, pero no es menos cierto que fue abordado con superficialidad y en muchos casos de forma puntual y poco seria.
Algunos de estos comentarios fueron consecuencia del suicidio de destacados personajes, como Sócrates o Séneca, pero hay que esperar hasta el siglo XIX con Nietzsche, para abordar más seriamente el tema, al poner el suicidio en el epicentro de ascetismo y considerarlo no como un acto de negación de la vida sino como un acto de libertad.
“Yo os alabo mi muerte, la muerte libre, que viene a mí porque yo quiero”. Así habló Zaratrusta
Damos por hecho que leyó a Schopenhauer y también damos por hecho que los autores que abordaron el tema con posterioridad también leyeron a ambos, porque a partir de entonces el suicidio da paso a la idea de la Eutanasia.
Porque Nietzsche no se quedó en esa primera reflexión y en “Más allá del bien y del mal” nos dijo que “el pensamiento del suicidio es un poderoso medio de consuelo: con él se logra soportar más de una mala noche”.
Tal vez de ahí viene el interés de Émile Durkheim en su obra “El suicidio” por abordar el tema desde la perspectiva sociológica y moral, que serviría de base para los estudios modernos acerca del suicidio.
Lo que lleva a Thomas Szasz (1920-2012) ha decir que el suicidio es un acto de soberanía ya que “si los otros pueden obligarte a vivir, no eres dueño de de ti mismo y perteneces a ellos”.
Pero Ronald Laing va más allá al decir que el suicidio es la consecuencia del “jaque mate” social, una situación que conduce a la locura o al suicidio, una consecuencia de vivir en sociedad.
Luego los seres humanos llegan a un momento en el cual se sienten defraudados o desahuciados por sus propios congéneres, desencantados de una sociedad que se ha convertido en inútil e ingrata para su existencia, se sienten ninguneados, olvidados e incluso despreciados.
Los Estados y las sociedades, no son dueños de la vida, ni de la voluntad de los hombres
Llegan a no entender su comportamiento y el de los demás, llegan a sentirse solos frente a un mundo que no entienden o no dan por bueno, camino de la locura y la automarginación social…camino del suicidio.
La vida deja de tener sentido después de muchas reflexiones, lecturas y repaso de las vivencias acumuladas, para dar paso al desencanto, al cansancio y a la falta de motivación.
En las sociedades modernas y avanzadas el individualismo fomentado y la crítica desmesurada de la opinión del otro, del diferente o del contrario, lleva al laberinto de la incertidumbre, camino de la locura y el suicidio.
El hombre termina por no saber reconocer que la locura campa a sus anchas, que lo bueno y lo malo coexiste en la sociedad y todos formamos parte de ella aun queriendo (o creyendo) ser diferentes.
Y es aquí, donde anida la incertidumbre, la duda, la depresión el abandono de sí mismos frente a una sociedad egoísta y cicatera, que se rige por protocolos vacíos de empatía, amor, ternura y compasión por los demás.
Es así como se refugian en sus mascotas millones de seres humanos, que llegan a considerar a sus animales mejores que a las personas.
Y es que los que carecen de empatía carecen de inteligencia y cuando a ello se suma la carencia de una sólida cultura, se produce el naufragio del Yo, que después del naufragio, prefiere morir ahogado en la soledad de la mar inmensa.
El suicidio es pues, la respuesta a una vida insatisfecha para unos y la solución final para una vida realizada que pone punto final a su existencia, la última página del último libro de su vida.
Pero volvamos al principio, para suicidarse hay que tener el valor de Sócrates o de Séneca, o hay que estar tan deprimida y confusa como Marilyn Monroe, es la gran diferencia entre la incertidumbre y la consciencia.
El suicidio no es un acto de heroísmo, tiene más que ver con la coherencia y la reconciliación con uno mismo, es un acto de soberanía y dignidad personal.
No es cierto lo que decía Ernest Hemingway, la vida es una, sola e irrepetible, no llevamos otra en la maleta, lo que llevamos en la maleta es el lado oscuro de nuestras vidas.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro