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La fe en la juventud ¿Un milagro en nuestros día?

19/05/2009 15:10 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Es solo moldear bien el joven corazón de nuestros hijos que Dios mismo hará allí su morada..

Un fenómeno que se ha visto con gran preocupación por los mayores, es la apatía de los jóvenes hacia las costumbres religiosas que nosotros aceptamos y practicamos sin ninguna objeción. ¿Qué ha pasado? ¿Cambió la especie humana? ¿Ellos son un requinte de la evolución? o quizá podemos preguntar ¿Seré yo el equivocado? Por absurdas e incongruentes que suenen estas preguntas, seguro que a más de alguno se les habrá pasado por la cabeza.

El meollo de la cuestión está en los juicios que hacemos nosotros como padres a nuestros hijos. Remontémonos unos años atrás y recordemos la educación que nuestros padres nos infundaron:

Cada domingo sin falta, nos levantábamos temprano, cada uno colocándose el mejor traje que teníamos, nuestra madre como siempre corriendo de aquí para allá buscando la ropa, el peine, los zapatos, etc. todo para que nuestra presentación y la de ella fuera la mejor, ¿Cuál era el motivo? Nos preparábamos para asistir a la celebración de la Santa Misa.

Otro dato, cuando se acercó el momento de poder comulgar nos enviaron con mucho celo a nuestras clases de catecismo, siempre puntuales y con aquella curiosidad, santa, de querer saber que se sentía el comulgar.

En las reuniones familiares nunca faltó aquel respeto reverencial por nuestros padres y por el resto de personas mayores que estaban en la sala de forma que todos los niños cuando estaban conversando los mayores nos apartábamos con respeto a jugar a otro lado, no faltó la ocasión de un buen tirón de orejas por nuestro mal comportamiento.

En la mesa, las buenas costumbres primaban sobre lo grotesco y vulgar, siempre rezando antes de comer sin olvidar a aquellos más necesitados. Antes de dormir nuestra plegaria inocente a nuestro ángel de la guarda y nuestro pedido constante por nuestros padres...

Debemos de tratar de infundir al máximo en nuestros retoños las buenas costumbre y prácticas de fe que nos enseñaron nuestros padres y nuestros abuelos

Podría seguir contando innumerables hecho que en nuestros días se nos hacían tan comunes y cotidianos que hasta llegamos a pensar que nuestro entorno y nuestro mundo nunca cambiaría. ¿Qué pasó entonces? Ahora sí que nos podemos hacer la pregunta: ¿De quién es la culpa de que los jóvenes de hoy se olviden de la fe? Una pregunta bien profunda cuya respuesta trae consigo un estricto examen de conciencia. ¿No será que no supimos transmitir lo que nuestros padres nos infundaron? ¿No será que debíamos de tomarnos la educación de nuestros hijos con mayor seriedad? La cuestión parece más complicada que en el principio; había un famoso filósofo que afirmaba que el hombre es aquello que él come, si es verdad que el hombre es aquello que come, ¿Cómo debe ser cuando lo que come espiritualmente es deficiente o completamente nulo? Así como nuestro cuerpo tiene necesidad de comer, dormir, caminar, etc. así también nuestra alma tiene necesidad de la comida espiritual y hoy en día ese alimento que nos dieron nuestros padres hoy se lo estamos negando a nuestros hijos, más de alguno me puede replicar: "Yo soy un buen padre, a mi hijo no le falta nada", a ese buen padre yo le podría decir que no le falta nada materialmente pero le preguntaría ¿lo lleva todos los domingos a Misa? ¿Le enseñó a ayudar a los más necesitados? ¿Le enseñó a orar antes de comer o antes de dormir? ¿Le enseñó a agradecer a Dios por lo bueno que le sucede? Si la respuesta a todas estas interrogantes es "NO" entonces lamento decirle a ese "buen padre" que ante los ojos de Dios no lo es pues se olvida de lo principal e incumple el primer mandamiento de la ley de Dios que es: " Amarás al Señor tu Dios sobre todas las cosas con toda tu alma y con toda tu corazón" ¡ojo! dice sobre todas las cosas que incluyen regalos, ropas, juguetes, etc. de no ser así nuestro hijo se forja dentro de estos parámetros y deja en segundo plano lo que a nosotros nos dijeron que eran primeros.

Después de estas consideraciones volvemos a la pregunta inicial ¿Es un milagro en nuestros días que los jóvenes tengan fe? Pues sí, lastimosamente por las magnitudes que ha tomado nuestra mala crianza, ha hecho que la fe sea cada vez más un milagro dentro de nuestros queridos jóvenes.

¿Y qué podemos hacer? Primero tratar de infundir al máximo en nuestros retoños las buenas costumbre y prácticas de fe que nos enseñaron nuestros padres y nuestros abuelos, pues está comprobado que lo que el niño aprende desde pequeño no lo olvida de grande.

Segundo, esmerarnos más en la educación de nuestros hijos pero con responsabilidad, sabiendo que Dios nos pedirá cuentas en el futuro por la educación de ellos.

Y tercero, colocar en los brazos de Dios y de su Madre Santísima nuestra vida y la de nuestra familia que seguro yendo por ese camino llegaremos a la patria celestial y lograremos cambiar este panorama para que ya no sea un milagro que los jóvenes tengan fe. Es solo moldear bien el corazón de nuestros hijos que Dios mismo hará allí su morada.

¿Quién es el culpable? Lo dejo para meditación de cada uno.


Sobre esta noticia

Autor:
Plinio Juan (1 noticias)
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Tutorial
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