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La Era de las Expectativas a la Baja

03/03/2013 16:40 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Los tiempos de los mercados financieros que imprimen su ritmo a toda la vida económica son una caricatura de ese imperialismo de “vista corta “ y de corto plazo y de la amnesia colectiva a la cual nos entregamos día con día

La Era de las Expectativas a la Baja

Por: Teresa m.G. Da Cunha Lopes

Mi pesadilla es siempre el optimismo:

me duermo débil, sueño que soy fuerte,

pero el futuro aguarda. Es un abismo.

No me lo digan cuando me despierte”

Mario Benedetti in “Hasta Mañana”

Los tiempos de los mercados financieros que imprimen su ritmo a toda la vida económica son una caricatura de ese imperialismo de “vista corta “ y de corto plazo y de la amnesia colectiva a la cual nos entregamos día con día.

Marchamos, hacemos huelgas, concentraciones, publicamos y sobretodo nos ANGUSTIAMOS sobre el futuro inmediato. Olvidamos como en 1929;1963; 1968; 1973;1994; 2008 las mismas preocupaciones, los mismos temores, los mismos discursos sobre el “futuro hipotecado” y las mismas visiones apocalípticas nos han, cíclicamente, azotado, asaltado, transformado en zombies políticos, por las mismas razones y con los mismos argumentos.

Esta inquietud que corroe el alma, este miedo psicológico que nos paraliza y nos impide la acción, es el mismo que produce el transe de los mercados, las fluctuaciones diarias entre el optimismo de las aperturas y el “gloom” de los cierres, entre las euforias de Primavera y las devaluaciones de Otoño. Y nosotros en sintonía nos abandonamos a la angustia de los próximos siete años, olvidando el último ciclo de siete años.

Podríamos, entonces decir -sería el comportamiento nacido del sentido común- que à primera vista el mercado, los mercados son inconsecuentes, absurdos . Pero, no. Entramos, desde hace mucho, en una era de reverencia religiosa de la absurda inmediatez de los ciclos diarios financieros que no siguen otra regla que las reacciones al pánico, al miedo y a la manipulación psicológica.

A la larga duración que debería ser el horizonte para el cual dirigimos nuestras acciones, opciones y decisiones, sustituimos el corto plazo. A las estrategias a largo plazo que deberían ser la base de toda acción política pertinente, el mercado (los mercados) oponen los veredictos de un tiempo, que tal como un espejo, explota en miles de pequeños fragmentos. La política, la acción política, el campo de lo político se transforme en uno de esos minúsculos fragmentos. El voluntarismo democrático, basado en la libre – y, por ende, incierta- deliberación se transforma en un “horror” conceptual para la visión del mundo (la imago mundi) que el mercado (los mercados) nos quiere imponer. Esta deliberación, la voluntad expresa del pueblo manifestada en el sufragio libre y secreto, es entonces presentada como un riesgo que los mercados intentan reducir o eliminar. Los resultados electorales son subvertidos, los gobiernos democráticamente electos son obligados a dimitir o a convocar otro ejercicio electoral bajo los dictámenes de la “troika”, de Bruselas, del BCE o del FMI. En la realidad, bajo la imposición de los mercados.

Esta “ideología del mundo” (la “imago mundi” de los mercados) tiene una lógica propia, interna, que favorece automáticamente ( podríamos decir mecánicamente) la renta, el discurso conservador, la inmediatez del beneficio y del interés.

Si todavía tenemos fuerzas para nos inquietar, para nos angustiar sobre lo que nos reserva el futuro, en la realidad centramos esa mínima reacción en un punto inmediato e individual : lo que nos preocupa son los “futuros” de nuestras jubilaciones, preocupación en el altar de la cual inmolamos (sacrificamos ) las fuerzas vivas de hoy. Fuerzas vivas que sin remordimiento enviamos al paro masivo en Europa y a la precariedad de los “working poors” en America y al genocidio por hambre y guerra en África.

Nos quedamos atrapados – con la crisis, el paro y el regreso de las desigualdades sociales- en esta proyección generacional en el futuro inmediato, que hace 20 años era el motor de nuestras sociedades occidentales, peo que hoy se encuentra estadísticamente pervertida.

Un joven que entra HOY, al mercado laboral tiene todas las probabilidades en su contra y vivirá con menos calidad de vida que sus padres. O sea, parafreseando a Paul Krugman, un economista norteanericano neokeynesiano (el título de esta columna es un homenaje discreto a uno de sus libros) : entramos definitivamente en la “era de las expectativas a la baja”.

No tenemos futuro para heredar a nuestros hijos.


Sobre esta noticia

Autor:
Teresa Da Cunha Lopes (281 noticias)
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2505
Tipo:
Opinión
Licencia:
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