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L Os padres de Tristán, hicieron todo lo posible para educar bien a su hijo, y no escatimaron esfuerzos para lograrlo y conseguir que fuera una persona de bien. Trataron por todos los medios de hacerle ver siempre la realidad de la vida, sin disfraces, llamando en todo momento a las cosas por su nombre, el pan es pan, y el vino es vino.
Por eso el pequeño, a pesar de la libertad que le daban para desarrollar sus fantasías infantiles y sus sueños de adolescencia, siempre vivió con los pies pegados al suelo, en un Mundo Real , ese que en muchas ocasiones, y por desgracia para los seres humanos, se manifiesta con toda su crudeza pillando desprevenidos a los más ingenuos, educados en la permisividad que supone esconder la cabeza debajo del ala , porque siempre es más fácil vivir arropado por la manta color rosa de la falsedad, que acostumbrase al frío y afrontar la realidad de otras tonalidades más oscuras, pero muy ciertas.
El muchacho se había preparado bien, y cuando llegó a la edad adulta, tenía muy claras algunas cosas para evitar en lo posible, que la confusión y la ignorancia fueran piedras permanentes con las que tropezar a lo largo del arduo camino de la existencia.
Por eso Tristán desde muy niño empezó a diferenciar un cocodrilo de un caimán, fue consciente, que jugar al fútbol, no era igual que pegarle patadas a un balón y así, continuando en la misma línea de aprendizaje, a medida que iba cumpliendo años empezó a tener muy claro que:
¡ NO ES LO MISMO!
Amor, que cariño.
Soledad, que olvido.
Timidez, que cobardía.
Enseñar, que adoctrinar.
Querer, que ser querido.
Morirse, que estar muerto.
Ser valiente, que fanfarrón.
Autoestima, que narcisismo.
Pensar, que rascarse la cabeza.
Autoconfianza, que prepotencia.
Ser político, que servir a la comunidad.
Dar un discurso, que dormir al personal.
Ser independiente, que ser individualista.
Ser calvo, que no tener ni un pelo de tonto.
Dar una limosna, que hacer obras de caridad.
Ayudar al prójimo, que inmiscuirse en su vida.
Cazar para comer, que matar animales por placer.
Trabajar en equipo, que el equipo trabaje para uno.
Mirarse al espejo, que ver realmente la imagen que hay en él...
Próximo lanzamiento: "El solitario inquilino del ático".