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La solitaria búsqueda de un hijo

15/05/2019 17:05 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

La pizca de esperanza que aún mantenía la madre de Evaristo, se ha esfumado, se ha desvanecido al igual que la dignidad de una sociedad que desde lo lejos sigue inmutable ante el enorme cementerio en el que se ha convertido México

Doña Rosa enciende el televisor y lo primero que mira es a un conductor de noticias informando sobre una manifestación en contra del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Mientras desabrocha sus enlodados y desgastados zapatos deportivos, la madre de Evaristo escucha entrevistas con los asistentes a la marcha y se sorprende al atestiguar que los entrevistados no atinan a dar una razón medianamente defendible sobre el por qué exigen la renuncia del presidente.

Evaristo, un joven que hoy tendría 29 años, desapareció hace poco más de 8 años. Una mañana de enero de 2011 salió a atender un llamado para realizar un presupuesto de trabajo de albañilería y nunca más se volvió a saber de él.

Mientras masajea sus pies hinchados, producto del perseverante andar, en la pantalla del televisor se muestran imágenes de cuerpos acribillados a los que rodean sendos charcos de sangre. De pronto, como cada día, en la mente de la señora Rosa se dibuja la silueta de su hijo que lentamente se aleja de la casa para nunca más volver.

Ya son 8 largos años de lágrimas, de búsqueda, de excavar en el monte, de impotencia por las peticiones de una ayuda que nunca llega.

Doña Rosa le da un sorbo a su café al tiempo que reflexiona sobre aquellos que han salido a caminar para exigir que el jefe del ejecutivo deje la silla de manera inmediata. Y se empieza a preguntar:

¿Dónde estaban todos esos cuando Calderón tomó la decisión de iniciar una guerra “a lo puro pendejo”?

Esos que hoy, con impecables sombreros y lentes para cubrir sus ojos del sol, se dicen indignados ¿Dónde carajos estaban cuando Peña Nieto continuó con la fallida y sangrienta guerra?

Los que caminaron orgullosos sobre el pavimento liso de Paseo de la Reforma ¿Cuándo han acompañado a una madre de familia a recorrer los pedregosos caminos de los cerros para buscar fosas clandestinas?

Los que a toda voz gritaban “dictador”, “populista” y demás adjetivos sin ton ni son ¿Cuándo se atrevieron a hacer eco de los gritos de desesperación de miles de familias que han perdido a un ser querido producto de la carnicería iniciada por el gobierno en 2006?

Las respuestas a las interrogantes son más que obvias, y es que no es la primera vez que Rosa se hace preguntas similares.

Sin embargo, algo sí ha cambiado en el entorno, pues los que en algún momento medianamente le apoyaron, ahora se encuentran más preocupados en defender la continuidad de la misma guerra, aunque disfrazada, es la misma guerra. Hoy, ya no acompañan, ya no exigen, ya no aparecen; hoy, también ellos la han dejado sola, sí, sola con ese maldito dolor que cala sus entrañas, que tuerce su realidad y que la está matando lentamente.

La pizca de esperanza que aún mantenía la madre de Evaristo, se ha esfumado, se ha desvanecido al igual que la dignidad de una sociedad que desde lo lejos sigue inmutable ante el enorme cementerio en el que se ha convertido México.

Mañana, Rosa se levantará de la cama para, nuevamente, salir a rascar la tierra en búsqueda de un hueso, de un cabello o una prenda a la que pueda sepultar con el nombre de su hijo. Mañana, otra vez, pero más sola y olvidada que nunca.


Sobre esta noticia

Autor:
Rubén Salazar E. (20 noticias)
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Tipo:
Opinión
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