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El poema Lucifer es atrapante por un aura falsa de misticismo y una verdadera introspección que nos lleva del prejuicio a la empatía
Vivo, tranquilo junto a Lucifer,
a veces él me viene a ver,
jugamos a cartas, dados o a ajedrez.
Siempre llega oliendo a jerez,
me cuenta de aquella vez que Adán y Eva en el Edén,
le ofrecieron de ese fruto.
¡Maldito confiado bruto!
Pero bueno, ese es su punto...
Valla, como le gusta apostar,
pero los juegos de azar no son lo suyo.
El ama la poesía, como la tinta a mis hojas,
como la noche al día, como la muerte a la vida.
Aunque no le gusta mi poesía; él me escucha,
pero en el rabillo de su ojo he visto lágrimas en escaramuzas
Después de varios tragos hablamos y lo entendimos.
Sí, es que no somos tan distintos,
ambos tenemos padres que hoy no están orgullosos,
y es que pusieron altas la vara de nuestros logros.
Y yo sé lo que se siente, no ser suficiente para aquellos a los que tú más quieres.