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Rebeca Santos, ex ministra de finanzas se presento a los juzgados acusada de Hurto contra el estado de Honduras, además de enrequicimiento ilicito, pero fue puesta en Libertad
Tegucigalpa.- Hoy se presento ante los tribunales de Justicia, la ex ministra de finanzas, Rebeca Santos quien mantiene cuentas con el estado de Honduras.
Hay que recordar que está misma persona, envió una carta al banco centroamericano para que esté le hiciera entrega de un millón de dólares, desde un país en el extranjero, y bajo amenazas todavía.
Supuestamente el dinero que se exigió al Banco Centroamericano, serviría para instalar un gobierno en el exilio, en donde la presidencia estaría en Guatemala y el ministerio de Finanzas en Nicaragua.
Idea totalmente descabellada y ridícula, propia de mentes enajenadas. Rebeca Santos estaba acusada de malversar fondos del estado, enriquecimiento ilícito, además de abuso de autoridad, pero el peor cargo es el del saqueo del Banco Central de Honduras.
Para que semejante payasada ocurra en el poder Judicial, ó el juez es de la resistencia o no sabe impartir justicia. Lo cierto es que se pasó de la raya al igual que los otros ex funcionarios de la administración Zelaya.
Hay que recordar que está misma persona, envió una carta al banco centroamericano para que esté le hiciera entrega de un millón de dólares
No se como catalogar estos hechos que sinceramente llenan de rabia, ahora todos ellos son personas acaudaladas, como por ejemplo la ex gerente de la ENEE Ricci Moncada, quien de un solo manotazo se hecho 60 millones a la bolsa, al igual que los demás ex funcionarios.
Realmente no se que verdad buscan, o que explicación podría dar la resistencia a semejante latrocinio, porque dejando a un lado eso de resistencia o no, todos somos hondureños, y de igual forma nos afecta está impunidad.
El dinero robado por los ex funcionarios era para obras sociales, entre ellas la reducción de la pobreza, misma que se redujo pero en sus bolsillos. ¿Cómo querían mantener a personas de esté tipo en el gobierno?. Lo más seguro es que estos juicios pacen al olvido, como el de Arístides Mejía y el de Ricci Moncada, dan ganas de llorar, que ineptos son los jueces.