El ataque al sistema público de pensiones es parte de la estrategia neoliberal encaminada al desmantelamiento de los derechos sociales, no bastando para su neutralización con la movilización ciudadana sin forzar a la vez el decaimiento electoral de los cómplices políticos
Aún cuando lo domina todo, el neoliberalismo que desde su instauración a principios de la década de los ochenta hasta la actualidad fue quien marcó el rumbo político del país; parece ser ese extraño que pasa inadvertido o el intruso que la mayoría social acepta por inhibición, desconociendo su verdadero significado y la perniciosa afección de sus efectos, y todo, por ser esta una ideología sobre la que todo el mundo opina pero que muy pocos logran comprender el alcance de su impacto.
El hecho que su entrada en escena fuese posterior a la aprobación del la Constitución del 78 hizo que paulatinamente el catálogo de derechos sociales que establece su texto escrito se fuera incumpliendo hasta su total prescripción, haciendo que por ello mudara su etiquetaje del avance al retroceso, toda vez que al introducir desde la oligarquía financiera preceptos discordantes con sus principios inspiradores, no solo se invalidaron los efecto de la misma como referente de los valores y derechos democráticos y sociales, sino que con ello, se consagró de facto el neoliberalismo convirtiendo su ideario en modelo de referencia del hacer político y de la programación económica del país.
Nacía así la España subsidiaria, que es la que actualmente tenemos, cuya imagen se corresponde con un Estado descapitalizado de su propia naturaleza, de sus reglas de convivencia y renuncia expresa al desempeño de toda función económica y productiva por anómalo traspaso de sus cometidos y atribuciones a la jerarquía de los mercados y al capital privado, con la finalidad de facilitar el arraigo del modelo de desarrollo neoliberal que tantos estragos lleva causado en el interés general desde los orígenes de su instauración, pero no solo en lo relativo a la esfera económica, sino también por la interesada promoción política hacia el neoconservadurismo.
Con la afrenta añadida que la transmisión de lo público a manos privadas, contra todo pronóstico mantuvo viva la obligación del Estado a responder por los problemas que el propio mercado causaba en el desempeño de su gestión diferida, como puso de manifiesto la realidad de los hechos, y valga como testimonio el proceso de rescate bancario que hubo de ser sufragado íntegramente por las arcas públicas sin reparación en retorno del daño causado.
Las adhesiones que facilitaron la implantación del neoliberalismo provinieron en todo momento de la dupla bipartidista que desde el año 82 hasta la actualidad se alternaron constantemente en el poder, es decir el PSOE y el PP, que pese a simular la condición de adversarios, en todo momento sostuvieron una unidad táctica defendiendo como real una democracia de apariencia a la vez de mostrar sin fisuras su apoyo incondicional al discurso neoliberal y no solo en lo que al plano económico se refiere sino por extensión a la totalidad de restricciones sociales de acompañamiento.
Y aún sabiendo que la legitimidad que estaban otorgando era contraria al mandato de su representación popular. no tuvieron reparo en burlar al electorado para asumir como propio el dictado de las esferas opacas de los mercados financieros aceptando con ello las consignas de quienes desde su prepotencia financiera se arrogan la condición de amos reales del poder.
Solo derrotando en las urnas a las fuerzas políticas que sustentan al neoliberalismo se logrará erradicar su interferencia en el control ejecutivo de país
Cuando el resultado de su aplicación además de contraproducente es catastrófico, resulta absurdo mantener la aplicación de esta doctrina que a más de favorecer a unos pocos a expensas de la mayoría no hace más que conducir a la economía, a la política y a la ciudadanía en dirección hacia el caos.
Pero aún siendo el neoliberalismo la raíz ideológica de todos nuestros problemas y quedando probado en el 2008 el fracaso de sus planteamientos, lo ciento es, que sin tomar conciencia el electorado de sus perjuicios se antoja harto difícil su erradicación.
Pues solo derrotando en las urnas a las fuerzas políticas que lo sustentan se logrará apartar a las oligarquías del control ejecutivo de país, y con ello, establecer propuestas económicas sostenibles al margen de esas mafias oligarcas, toda vez que no basta con alcanzar su capitulación, sino que deben formularse en paralelo soluciones congruentes, es decir, un sistema alternativo en consonancia con las exigencias de los nuevos tiempos y las justas demandas de la sociedad.
Caso contrario, de mantener la tónica actual intentando paliar la crisis con el recetario neoliberal, sobra decir que por el retroceso inducido, la situación de los derechos y garantías sociales de la ciudadanía mantendrán cada vez mas similitud con los existentes en la antesala de la Transición.
Sobra decir que con su aplicación no solo se transgredieron la totalidad de los derechos fundamentales contenidos en la Constitución, sino que además se dejó sin efecto el deber constitucional del Estado de promover condiciones favorables para el progreso social y económico, lo que viene a sentenciar que la prórroga del actual modelo hará que el empeoramiento de las condiciones de vida vaya en ascenso.
De ahí que todo voto emitido en favor del triunvirato neoliberal que conforma el PP, PSOE y C`s, por su impedimento a todo cambio de rumbo, se convierta en un despropósito semejante a tirar piedras contra el propio tejado.
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