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La derecha francesa y española lo tienen claro:la fórmula política y social de Europa es la "Unidad", pero sin definirla y dejandlo todo, al estilo PP, en un ambiguo "ya se vera". Y reforzando la seguridad
La confirmación de un secreto a voces tuvo lugar a través de sus cuentas oficiales en Twitter y Facebook, donde el exmandatario Nicolás Sarkozy adelantó extractos de la obra que sacará a la venta con la editorial Plon.
"He decidido ser candidato a las presidenciales de 2017. Francia exige que se le dé todo. Siento que tengo la fuerza para librar esta batalla en un momento tan atormentado de nuestra historia", indicó en las redes el hasta ahora líder del partido Los Republicanos, queha abandonado ese cargo para ajustarse a sus estatutos.
Sarkozy, de 61 años, disponía de unos días plazo para presentarse como candidato a las primarias de su agrupación, que se celebrarán los próximos 20 y 27 de noviembre y cuentan de momento con otros doce aspirantes.Esa lista podría ser finalmente mucho más reducida dado que cada candidatura debe ser respaldada por otros 250 cargos electos, incluidos 20 parlamentarios, y 2.500 adherentes, y este libro es para Sarkozy, en sus propias palabras, su "punto de partida".
Miembro de los partidos conservadores Agrupación por la República (RPR), Union pour un mouvement populaire (UMP), del que fue presidente entre 2005 a 2007, y Los Republicanos (LR), del que es presidente desde mayo del 2015 y alcalde de la ciudad de Neuilly-sur-Seine entre 1983 y 2002, Sarkozy ocupó los cargos de ministro de Finanzas, ministro de Comunicación y portavoz del Gobierno de Édouard Balladur entre 1993 y 1995. Entre 2002 y 2004, Sarkozy ocupó los de ministro del Interior y ministro de Economía, Finanzas e Industria en los diversos gobiernos presididos por Jean-Pierre Raffarin. Elegido en 2004 presidente del Consejo General del departamento de Altos del Sena, en 2005 entró nuevamente en el gobierno de Francia, presidido por Dominique de Villepin, en la función de ministro del Interior, puesto que ocupó hasta su elección como presidente de la República en 2007.
El 25 de noviembre de 2011 fue nombrado por el rey Juan Carlos I, Caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro.
A pesar de la media docena de cargos judiciales que se ciernen sobre él, de las burlas casi diarias de los medios sobre sus afirmaciones aproximativas o engañosas, Nicolas Sarkozy ganó la presidencia del movimiento conservador con un solo objetivo: poner en marcha los engranajes y convertir todo el aparato de la UMP en una locomotora electoral para ganar las elecciones presidenciales de 2017.
Sarkozy tiene en el camino no a la mayoría socialista, sino al ex primer ministro y actual intendente de la ciudad de Burdeos, Alain Juppé, tambienun serio pretendiente a la candidatura presidencial que se apartó de la pugna por la presidencia de la UMP y que, por añadidura, cuenta con más credibilidad que el mismo Sarkozy para ganar a los socialistas. A diferencia del ex jefe del Estado, Juppé cuenta con una base electoral más amplia y con un prestigio arraigado en los electores del centro y muchos socialistas huérfanos de una política como la que el actual presidente, François Hollande, prometió durante la campaña electoral, y que no se dió..
La verdad, la identidad, la competitividad, la autoridad y la libertad son los ejes en los que afirma basar su campaña Sarkozy, convencido de que los próximos cinco años serán "los de todos los peligros, pero también los de todas las esperanzas".
El camino trazado por el ex presidente conservador Nicolas Sarkozy (2007-2012) desde que dejó el poder, hace poco más de tres años, cumplió con una de sus etapas más importantes. Sarkozy recuperó el mando de la derecha francesa diez años después de la primera elección a la cabeza del partido que él mismo fundó, la UMP, sobre las bases del antiguo movimiento gaullista del ex presidente Jacques Chirac, el RPR. A pesar de la media docena de demandas judiciales algunas por corrupción o abuso de poder que se ciernen sobre él, de las burlas casi diarias de la prensa sobre sus afirmaciones aproximativas o engañosas, Nicolas Sarkozy ganó la presidencia del movimiento con un solo objetivo: poner en marcha los engranajes y convertir todo el aparato de la UMP en una locomotora electoral para ganar las elecciones presidenciales de 2017. Los 268.000 militantes de la derecha que tenían derecho a votar eligieron, mediante un voto electrónico, al ex mandatario con el 64, 5 por ciento de los votos frente al 29, 1 por ciento obtenido por su rival, el diputado Bruno Le Maire. Sarkozy se impuso holgadamente a sus adversarios sin que ello haga de él automáticamente el candidato de la derecha para 2017, si no vence a Alain Jupe.
A Sarkozy le espera un trabajo titánico, y no únicamente ante el electorado que se acuerda de su mandato accidentado y desastroso. El renacido líder del movimiento conservador prometió unidad en un partido que quedó hecho añicos luego de las internas feroces de 2011, 2013 y 2014. Apenas electo, Nicolas Sarkozy recibió las calurosas advertencias de los líderes conservadores que aspiran como él al sillón presidencial. Alain Juppé, Bruno Le Maire o su ex primer ministro, François Fillon, le han exigiedo que mantenga la cohesión, que apacigüe las aguas de la derecha y le señalan que ganar la presidencia de la UMP “no es un cheque en blanco”. Jefe del partido es una cosa, candidato es otra muy distinta. La derecha está no sólo fragmentada en varias corrientes sino, sobre todo, posicionada en torno de varias candidaturas presidenciales divergentes que Sarkozy tiene que hacer convivir dentro del partido, empezando por la suya.
Como si faltaran problemas, la UMP está endeudada en unos 74 millones de euros. La opinión pública no le deja mucho margen de maniobra. Una encuesta de opinión realizada por Odoxa revela que el 68% de los franceses está convencido de que el partido de Sarkozy va a explotar. Unir a esa familia política dividida en clanes, implicada en graves casos de corrupción y fraccionada por las ambiciones presidenciales de unos y otros resulta una tarea bíblica. Peor aún, Nicolas Sarkozy arrastra la sombra negativa de su derrota presidencial en 2012 y una imagen dudosa que él mismo fabricó cuando, en la recta final de la campaña, la llenó del contenido ideológico de la extrema derecha, para diiferenciarse del neofascismo de los Le Peny sobreponerse a ellos.Para todo eso Sarkozy ha martilleado en Francia el desgastado pero fructífero concierto contra la inmigración y los extranjeros, entre los que están los refugiados, aunque ha prometido “renegociar” el tratado de Schengen sobre la libre circulación de las personas y acrecentar los controles en las fronteras exteriores de Europa.Los ministros del interior se encargan de las polcías, los gendarmes, vallas fronteras, mares. Ese es su plato fuerte por ahora: hacer del otro un demonio. n.Y machacar sobre la la emigración y la laicidad francesa aunque no está clara en el caso de Sarkozy.Su abuelo, judío sefardí de nacimiento, originario de Salónica, se convirtió al catolicismo al casarse con la abuela de Sarkozy, una francesa católica de nacimiento, por lo que éste fue criado en la fe católica de su hogar. Nicolas Sarkozy, tal como sus hermanos, fue bautizado y es un católico practicante. Dijo recientemente que uno de sus modelos a seguir fue el fallecido papa Juan Pablo II.
La reconquista de la derecha difícil pero no imposible
Cuatro años después de haber sido batido en las presidenciales de 2012 por el socialista François Hollande, Sarkozy se lanza así en un primer momento a la reconquista de la derecha con la vista puesta en volver a ocupar en 2017 el Palacio del Elíseo.Su principal obstáculo está-según lo dicho- en su propio campo, el ex primer ministro conservador Alain Juppé, al que los sondeos perfilan como favorito.
Los problemas del empleo, medioambiente y hambre no existen y sí el de seguridad en la nueva Europa
Sarkozy deberá además afrontar, según "Le Monde", otro "problema de talla": intentar venderse como un hombre nuevo pese a tener un mandato a sus espaldas para seducir a electores que, decepcionados por su acción pasada, miran ahora hacia el ultraderechista Frente Nacional o a otros candidatos rivales de su propio partido.Pese a todo, los éxitos electorales del extravagante Le Pen han sido espectaculares. El hoy eurodiputado y consejero regional Le Pen contó con 35 diputados en 1986 y logró un hito cuando en 2002 le disputó el Elíseo a Jacques Chirac en la segunda vuelta de las presidenciales. En 2007, en cambio, con el partido endeudado hasta las cejas como el UMP, fracasó frente a Nicolas Sarkozy y François Hollande. Arrancaba el principio del fin de la derecha histórica y ahora queda la otra..
"¿Es el mejor escenario para mí? Tiene más cualidades que los demás, pero también más defectos", comenta Hollande en el libro "Conversations privées avec le président" (Conversaciones privadas con el presidente), publicado haca poco.
El presidente en funcones del Gobierno español, Mariano Rajoy, se reunió, en la sede del PP, con el expresidente francés y líder de los conservadores franceses Nicolás Sarkozy, para constituir los dos grupos de trabajo que ambos acordaron crear en la última Cumbre del Partido Popular Europeo (PPE).
Tras la reunión, a la que asistió naturalmente la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, Rajoy y Sarkozy mantentuviero un almuerzo de trabajo privado y después el expresidente francés se reunieron en la misma sede nacional del PP, con militantes de su partido en España.
Antes de acudir a la calle Génova, Sarkozy pronunció la conferencia inaugural del Campus FAES en la localidad madrileña de Guadarrama, junto al expresidente español José María Aznar.Según el PP, el grupo de trabajo sobre Inmigración tratará de definir estrategias similares en cuanto al futuro de Europa y a todos los temas que conciernen a la crisis de la inmigración de la Unión Europea.
Dicho grupo estará integrado por Gonzalo Robles, secretario general de Cooperación Internacional y para el Desarrollo; Francisco Martínez, secretario de estado de Seguridad; Agustín Conde, portavoz adjunto del grupo popular y diputado por Toledo; Michèle Alliot-Marie, ex ministra de Defensa, de Interior, de Justicia y de Asuntos Exteriores, eurodiputada, ex diputada de los Pirineos Orientales y ex presidenta de RPR; Gérarld Darmanin, diputado del Norte y Guillaume Larrive, diputado de Yonne.
Por otra parte, el grupo de trabajo sobre la Reforma de Europa lo formarán: Esteban González Pons, vicepresidente del Parlamento Europeo y jefe de la Delegación Española; la eurodiputada Verónica Lope; José Ramón Garcia-Hernández, secretario ejecutivo de Relaciones Internacionales y diputado por Madrid; Pierre Lequiller, diputado de Yvelines y secretario nacional UMP de Asuntos Europeos; Damien Abad, ex eurodiputado y diputado de Ain; y Constance Le Grip, eurodiputada.
Sarkozy reclama unidad en Barcelona
Para atar bien la idea de unidad, la estrella invitada Nicolas Sarkozy, aclamado por los 2.500 simpatizantes que llenaron el palacio de congresos de Barcelona. "¡Europa y Francia necesitan una España fuerte y unida!", gritó en la lengua del país anfitrión. "Es muy emocionante hablar en España, esta España que amo y que siempre he amado", afirmó ante la ovación del auditorio.
A Sarkozy se le vio entregado, muy vehemente. Antes de subirse al mitin, se reunió con Rajoy y le prometió que, ante la amenaza de Mas, siempre tendrá su apoyo. Lo dijo también públicamente: "Europa necesita una España fuerte, unida y que esté en pie", reiteró, para a renglón seguido cargar contra los separatistas. Llamó "cobardes" a quienes buscan la ruptura y avisó de que el país dividido "será más débil" y de ahí que los comicios "son también un problema" para la UE. En realidad es que el slogan, "Unidad", se ve muy bien desde la barrera, pero los no taurinos lo conocen bien, y tratan de comatir esa falacia. Y el PP y los conservadores franceses gritan Unidad quizás porque cuentan con que el torero terminará con el toro "según las ordenanzas".
"Sólo hay un camino para sobrellevar la crisis, que es el de la unidad", sentenció el líder de la formación francesa hermana del PP, que elogió a Rajoy: "Es un patriota intransigente respaldado por toda la Unión Europea". El presidente Rajoy le contestó pocos minutos después: "Tu presencia nos estimula y nos ayuda, y la agradecemos de todo corazón. Eres un amigo". Tan amigo de España como el rey de Marruecos, Mohamed VI, que tiene el Sahara esclavo lleno de fosas. O los que se oponen a los emigrantes que escapan de las guerras, del hambre y de la persecución, europea, estilo Sarkozy.