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El indio Kailash Satyarthi, premio Nobel de la Paz, afirma a la AFP que confía ver en vida la erradicación del trabajo infantil, siempre y cuando los consumidores del planeta rechacen el producto fruto de su explotación.
Satyarthi, de 60 años, recibió el Nobel por su larga lucha contra la explotación de decenas de miles de niños en India, una práctica todavía muy extendida en las fábricas o en las casas, como criados.
El premio, que le fue otorgado el viernes junto a la paquistaní Malala Yousafzai, confiere una "visibilidad mundial" a su misión y debería constituir un "factor de movilización", asegura en la entrevista.
"Tengo la esperanza de que podré ver en vida la desaparición" del trabajo infantil, afirma. Siempre y cuando "usted, yo, todo el mundo se comprometa. Sin eso, no será posible".
Satyarthi ataca la raíz del problema: las redes, el tráfico, los empresarios al frente de esta lacra. Al otro lado de la cadena, "los consumidores deben decir 'no' a los productos fabricados por los niños", agrega.
"Hay que humanizar el problema y comprender que cada niño es una persona atrapada en una situación miserable", explica.
En los años 1980, este activista dejó su carrera de ingeniero en una compañía eléctrica para crear dos asociaciones de ayuda a los niños, la Bachpan Bachao Andolan y el Save Childhood Movement.
Su "pasión" se remonta a la infancia, cuando a los siete años vio a un niño zurcir zapatos porque su familia era demasiado pobre para enviarlo a la escuela.
En 1994, este hombre padre de dos hijos creó Rugmark, conocido actualmente bajo el nombre de GoodWeave International, un sello de calidad que llevan las alfombras que no han sido fabricadas por niños.
Satyarthi preside igualmente la Global March Against Child Labor, un movimiento constituido por unas 200 asociaciones y movimientos sindicales en unos 140 países.
- Trabajo, pobreza y analfabetismo -
El número de niños trabajadores en el mundo retrocedió en un tercio desde el año 2000, pero todavía son 168 millones, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El número en India es objeto de un gran debate. UNICEF los estima en 28 millones, lo que coloca al subcontinente a la cabeza de este triste palmarés mundial, según la ONG ChildLine.
En 2010 una ley convirtió en obligatoria la escolarización de los niños de entre 6 y 14 años, pero su aplicación es laboriosa.
"Las cosas mejoraron en India pero las leyes deben ser aplicadas y reforzadas", dice el nobel de la paz.
Los niños trabajan en las minas, el campo, la construcción, los talleres textiles, la joyería, las tiendas, o el servicio doméstico. Trabajan a menudo 12 horas diarias y están expuestos a la violencia sexual.
La ONG Bachpan Bachao Andolan indica en su sitio internet haber arrancado "a más de 82.800 víctimas de la trata de blancas, la esclavitud y el trabajo infantil" para darles "esperanza en el futuro".
En el ejemplo más reciente de su actividad, nueve niños fueron rescatados en unos talleres de automóvil en una redada la semana pasada en Nueva Delhi.
El desarrollo económico indio beneficia a las clases medias, pero también oculta la miseria en la que permanecen centenares de millones de personas. De los 1.200 millones de indios, uno de cada cuatro vive con menos de 1, 25 dólares al día, según el Banco Mundial.
La pobreza se utiliza a menudo como pretexto para el trabajo infantil. Un argumento rechazado por Satyarthi.
"Mantengo firmemente que la pobreza no debe servir como excusa para perpetuar el trabajo infantil. Si un niño no recibe educación escolar, seguirá siendo pobre", asegura. "El trabajo de los niños, el analfabetismo y la pobreza forman un triángulo" vicioso que hay que romper.